En representación de DQ Polvo, sean bienvenidos a una entrada nueva de este blog que ponemos a su alcance. En esta entrada les hablaremos sobre la pintura en polvo, siendo más precisos, les diremos los detalles relacionados con su aplicación, asimismo, las razones por las que vale la pena recurrir a este tipo de recubrimiento que es cada vez más usado por las industrias de México y el mundo. Sin más que añadir, ¡comencemos!
Para empezar, demos una breve definición del recubrimiento en polvo. Se trata de la aplicación de polvo orgánico por atracción electrostática a la superficie de los objetos de metal. Una vez que el recubrimiento es curado por calor, el acabado resulta en una superficie lisa y duradera. Todos los procesos relativos a este tipo de pintura se aplican en fábrica bajo condiciones controladas y estables, lo que proporciona beneficios significativos sobre la pintura húmeda tradicional. Pasemos ahora a detallar y describir el proceso de aplicación. El primer paso en cualquiera de los procesos de pintura es la aplicación de un chorro de arena al producto una vez que es completada su fabricación. El chorreado con arena se usa para eliminar la incrustación, el aceite y el óxido del molino, que comúnmente se produce en el acero recién fabricado. En aquellos proyectos que se vuelven a pintar, el chorreado con arena se emplea para eliminar revestimiento viejo que aún esté en el producto. El medio utilizado para suministrar este chorro puede variar ampliamente desde opciones biodegradables, como las cáscaras de nuez hasta la arena de acero manufacturado. La mayoría de los medios pueden reutilizarse varias veces antes de ser desechados, asimismo, cada uno tiene sus propias ventajas y aplicaciones específicas. El chorro de arena, quita toda la oxidación de la superficie del acero sin embargo puede que se oxide en unas horas cuando se exponga a la atmósfera, por ello será importante que el producto permanezca dentro de un ambiente seco después de que se haya sido sometido a este primer paso.
La siguiente etapa consiste en comenzar a aplicar el polvo. El operador comenzará con una imprimación basada en zinc que se realiza a través de una pistola electrostática o corona especial. La pistola electrostática aplica una carga positiva al polvo a medida que se descarga de la pistola. Con ello, las partículas de polvo cargadas positivamente son atraídas por la pieza de trabajo negativa (puesta a tierra). Esto provoca dos fenómenos interesantes que ayudan al proceso de recubrimiento. En primer lugar, el polvo se siente atraído físicamente por la pieza de trabajo, por lo que la pulverización es mínima. En segundo lugar, si se intenta aplicar una capa de polvo demasiado espesa, la densidad de la carga positiva repelerá el polvo y evitará que se aplique demasiada espesura. Una vez que el polvo se aplica uniformemente a la pieza de trabajo, se mueve desde el compartimiento de recubrimiento al horno donde es calentado para gelificar la imprimación.
Es importante tener en cuenta que se necesitará un plan para mover el producto con suavidad ya que el polvo aún no está adherido a la pieza de trabajo (se adhiere con electricidad estática). Por ello, tocarlo o golpear la pieza de trabajo demasiado duro causará un defecto en el acabado. Después de que la imprimación se calienta o “gelifica”, el producto es movido nuevamente a la cabina de recubrimiento en polvo donde se aplica una capa de acabado. Esta capa final suele ser de color, el cual es sugerido por el cliente y se aplica de la misma manera que la imprimación. La última etapa es hornear el producto hasta que esté completamente curado y listo para ingresar a la siguiente etapa de fabricación. Hablemos ahora sobre algunas razones por las que vale la pena usar pintura en polvo para sus productos:
Esperamos les haya gustado esta publicación, no olviden contactarnos si desean adquirir la mejor pintura en polvo. Somos especialistas con amplia experiencia.