Anteriormente en este blog hemos hablado de la manera en que la pintura electrostática se adhiera a la superficie de aplicación a través de atracción eléctrica entre las partículas de pintura cargadas negativamente y la superficie aterrizada a tierra. En esta ocasión hablaremos de las técnicas de rociado utilizadas para la aplicación de las pinturas en polvo y presentaremos algunas recomendaciones para la elección de la que resulte más conveniente según el entorno en el que se utilizará.
Para aplicación, la pintura electrostática se debe rociar con ayuda de equipos diseñados especialmente para ese fin. Por lo regular, el polvo electrostático se encuentra en una tolva ubicada a un costado de la cabina de aplicación para pasar a través de la pistola de aspersión, la que cumple además la función de cargar eléctricamente las partículas de la pintura al salir. Una vez que la pintura se ha adherido al material de aplicación se depositan las piezas en hornos donde, por acción del calor, se desencadena la reacción química de polimerización, a través de la cual se cura la pintura y termina de fijarse a la superficie, dando como resultado el recubrimiento de propiedades específicas según la formulación de la pintura empleada.
Para que el proceso de aplicación sea efectivo y se logren obtener los resultados deseados es necesario que se cuente con el equipo adecuado, se apliquen las técnicas correctas y se sigan las recomendaciones de temperatura y tiempo de horneado para el curado de la pintura. Hablando específicamente de la aplicación del polvo, se pueden identificar tres técnicas diferentes para entregar la pintura desde la tolva de almacenamiento hasta la pistola de rociado pero todas funcionan utilizando el aire como transportador y debe cumplir con ciertas características para que la pintura fluya a la pistola a una velocidad y volumen constantes. Independientemente de la técnica que decida emplearse, es fundamental que se controlen estas variables para que la pistola mantenga una buena presión y velocidad de alimentación constante y adecuada incluso cuando se encuentre a una distancia considerable de la superficie de aplicación, de modo que se garantice la adherencia de la pintura.
Una de las técnicas existentes para la alimentación de las pistolas electrostáticas es la de tornillo sin fin. Esta consiste en un sistema en el que la pintura en polvo pasa por un tornillo desde la tolva siguiendo la corriente de aire, en este tornillo la pintura es levantada y transportada hacia la pistola. Esta técnica se distingue por ofrecer un flujo constante de polvo incluso en el soplo inicial después de que la pistola haya estado parada, lo que no ocurre con los otros sistemas. La segunda técnica se basa en el uso del tubo venturi que cuenta con una válvula de control de aire que hace vibrar la tolva de almacenamiento para evitar que la pintura se atraviese en el centro. Un sistema de este tipo en ocasiones impide que la pintura fluya correctamente, por lo que se debe evaluar su eficiencia antes de decidir optar por ella. En la tercera técnica se emplea una tolva de fondo plano desde la cual la pintura pasa a la pistola por un vacío generado por un inyector variable.
Además de las características de la tolva y el sistema empleado para el paso de la pintura a la pistola, las características del aspersor son de gran importancia. Hoy en día se puede encontrar una gran variedad de pistolas para pintura electrostática pero se recomienda optar por aquellas cuyo paso interno para la alimentación sea recto y liso, ya que las irregularidades en el conducto ocasionan la obstrucción del equipo y la acumulación del polvo, dando como resultado una emisión de pintura irregular. El modo de aspersión de las pistolas se puede controlar por medio de difusores especiales para adaptarse a las necesidades de aplicación de cada pieza.
Las pistolas aspersoras pueden operarse de forma manual o automática, ya sea estática o con movimientos oscilantes o de vaivén. Se recomienda contar con difusores de diferentes diseños, los que además de controlar la dirección del polvo ayudan a regular el aire del aspersor. Algunas pistolas que se encuentran de venta en el mercado permiten la salida de la pintura en polvo a una alta velocidad, lo que podría pensarse que contribuye a acelerar el proceso de aplicación, sin embargo, debe considerarse que a una mayor velocidad de salida de la pintura, la eficiencia del recubrimiento es menor ya que se emite un exceso de rociado, lo que lejos de ser benéfico se convierte en un inconveniente, pues ese polvo excedente se tiene que recolectar para su reutilización.
Las pistolas de rociado para aplicación automática deben poder sostener posiciones fijas pero ajustables de manera individual para dirigir correctamente la pintura electrostática hacia la superficie de trabajo y tienen que poder montarse en alternadores de movimiento mecánico, o bien, girar para que puedan recorrer una trayectoria establecida, esto en el caso de las pistolas de vaivén para poder cubrir toda el área de trabajo. La aplicación de pintura en polvo de manera automática se recomienda cuando las piezas de trabajo son planas o tienen formas simples y cuando es necesario cubrir grandes superficies en poco tiempo. Por otra parte, la aplicación manual se recomienda para recubrir piezas con formas complejas, con áreas encerradas o con anchos y profundidades difíciles de alcanzar, y para cuando las superficies de aplicación son pequeñas y el trabajo de un operador es suficiente para cubrirla rápidamente.
En próximas ocasiones hablaremos de otros elementos necesarios para la correcta aplicación de pintura electrostática y presentaremos recomendaciones para la solución de problemas que pudieran presentarse durante el proceso.